Alguna vez
escuché de un gran escritor decir que no había necesidad, por grande que
pareciera, que justificara inventar una excusa. “Tus amigos no las necesitan y
tus enemigos no las van a creer de todas maneras, entonces para que darlas.”
Sin embargo,
todos los días escuchará a personas dando excusas por todo. Excusas por llegar
tarde, excusas por olvidar citas pendientes, excusas por no hacer suficiente
ejercicio, excusas de por qué no han logrado el éxito económico deseado,
excusas sobre por qué sufren de distintas cosas, etc.
Todas las
excusas buscan justificar algún tipo de acción mediocre que las personas
cometen o están cometiendo. ¿A cuantas personas usted conoce que en algún
momento, tratando de explicar un fracaso, no ha apuntado con su dedo, buscando
culpables a su alrededor?
Lo cierto es
que la mayoría de las personas poseen un variado arsenal de justificaciones,
excusas, mitos, mentiras, suposiciones, y disculpas para justificar cualquier
tropiezo. Curiosamente, lo único que todas estas excusas parecen tener en común
es que sitúan la culpabilidad fuera de la persona misma. Para la persona
mediocre, su fracaso es el resultado de la discriminación, o del sistema, o de
la falta de amor por parte de su familia, o de apoyo por parte de los amigos, o
de la envidia de los demás, o simplemente de la falta de oportunidades. Los
menos atrevidos culpan al destino, mientras los más sofisticados culpan a la
situación económica, al sistema político o a las tendencias globales.
Muchos culpan
a Dios por sus desventuras. Los más cínicos profesan que “no es lo que uno
sepa, sino a quién conozca”. Los resignados aceptan que “lo que ha de ser para
uno será y que si no ocurre, pues no era para uno, y por algo será, y a lo
mejor no me convenía, y…..”, o que “lo importante no es ganar o perder, sino
haber tomado parte en el juego”. Toda una serie de diferentes maneras de
justificar la mediocridad que los exime de toda culpa. Para todos ellos, sus
fracasos parecen siempre ser el resultado de una conspiración en su contra.
Lo cierto es,
que es fácil racionalizar la mediocridad y encontrar culpables para los
fracasos que a usted le pertenecen, si de antemano ha aceptado que la
responsabilidad por su éxito y felicidad personal no es enteramente suya. Así
que después de muchos años de esperar vanamente que alguien hiciera algo por su
felicidad, después de muchos años de estar cansado de sentirse cansado, después
de muchos años de clamar justicia y pedir oportunidades desde la comodidad de
su sillón favorito frente al televisor, después de encontrar cuanta excusa fue
posible encontrar sin que nada cambiara, ha llegado frente al mayor de todos
los paradigmas sobre la felicidad y el éxito en el nuevo milenio, ¿Cuál es este
paradigma? Muy simple: El aceptar un 100% de la responsabilidad por su éxito.
Esta actitud le da poder, abre su mente a nuevas oportunidades y lo obliga a
aceptar el compromiso ineludible para con sus metas y aspiraciones. Si decide
hacerlo, encontrará el camino hacia la realización de todos sus sueños.
El potencial
que hay en su interior es muy importante desarrollarlo, y esto lo logrará por
medio de enfrentar todos los obstáculos que la vida le pone en su camino y no
escondiéndose de ellos.
Aquí le presento unos puntos para no utilizar más las excusas
como un recurso para distintas situaciones:
1-Sea sincero
con usted mismo: Siéntese tranquilo, sin nadie a su alrededor y piense como han
sido sus acciones en los últimos tiempos. Seguramente cuando medite en esto le
aparecerán algunas excusas por la mente. Recuerde que no sirve de nada apuntar
a otros, por más razón que tenga, cambie todo lo que tenga que cambiar. Bien
decía el poeta Amado Nervo, "porque veo, al final de mi rudo camino, que
yo fui el arquitecto de mi propio destino".
2-Sea
responsable: Hay una frase que dice: “Ser responsable significa odiar la
ignorancia y luchar por tus sueños y futuro…”. Comience a ser responsable de
todo aquello que le pertenece, de esta manera podrá tener mucho más.
3- Sea
ordenado: Dice la Biblia: “Ordena tu camino y te mostrare la salvación…” ¿Qué
significa esto? En la traducción original de la Biblia, la palabra orden
significa: “arrancar de raíz todo lo malo” y salvación significa: “Sano, Libre
y prospero”, digamos que, si puede ordenarse en sus cosas, podrá disfrutar de
una vida sana, libre de excusas y prospera en todo aquello que haga.
4-Sea una
persona de Fe: Arranque el negativismo, cambie su manera de hablar, no pierda
el tiempo enojándose con la vida, no guarde sus sueños. Crea en Dios, tenga una
vida espiritual activa, enamorese otra vez de lo que tiene y de lo que es